Era una noche prometedora el día que tuve mi primer contacto con él. Estaba esperando a mi amigo André frente a la iglesia del Parque Kennedy. Llevaba esperando unos diez minutos y el aburrimiento me llevó a abrir el Grindr (una aplicación gay para conocer personas cerca a tu ubicación). Estuve viendo quienes estaban conectados y no encontré nada que me interesara. Cerré la aplicación para llamar a mi amigo y antes de que pudiera hacerlo me llegó un mensaje.
—Hola.
—Hola ¿qué tal? —respondí.
—Aquí, aburrido —me contesta con la clásica respuesta — ¿Qué buscando?
—Sexo. Para eso estamos aquí ¿no?
—Verdad ¿Tienes fotos?
Luego de un intercambio de selfies y nudes, quedamos en encontrarnos el lunes que venía en el Centro Cívico.
El día del encuentro, luego del trabajo, me dirigí al Centro Cívico. Había sido un día largo porque era el seis de Julio; día del maestro. Nos habían hecho un almuerzo y tuvimos que ir bien vestidos. Vestía un terno y un maletín negro. Estaba demasiado elegante para verme con el chico.
Cuando llegué al lugar, le envié un mensaje.
—¿Dónde estás?
—En el iStore —me contestó —. A la espalda.
—No te veo ¿cómo estás vestido?
—Chompa azul, pantalón beige y zapatillas blancas.
—OK.
Busqué con la mirada y lo vi. Estaba viendo su celular. Se paró y nos saludamos. Él no era muy alto y se le notaba un poco la panza. Me gustó cómo sus ojos acaramelados brillaban con la luz eléctrica de la avenida.
—¿LLevas mucho esperando? —pregunté.
—La verdad sí, pero no es tu culpa. Tomé un carro a las siete porque pensé que habría tráfico, pero llegué a las ocho y media. No te preocupes.
—Oh, bueno. No me dijiste cómo te llamas.
—M***
—Yo soy Ricardo.
—Sí, creo que me lo dijiste por Grindr.
Llegamos al hotel y antes de parecer Dittos en la guardería, conversamos por casi una hora. Nuestra conversación fue muy interesante. Hablamos de anécdotas laborales, nuestra familia, de qué ciudad veníamos, etc. Era muy entretenido conversar con él. Nunca me había encontrado con un chico tan interesante. La verdad, no teníamos nada en común, pero congeniamos muy bien. Terminamos besándonos y haciendo lo que ya nos habíamos propuesto hacer. Fue una linda noche.
Cuando nos despedimos, ya eran las 2 a.m. Lo único que pensaba era en poder verlo de nuevo. Generalmente, las citas de Grindr son historias de una noche. Tenía miedo de no volverlo a ver.
—Bueno, nos vemos —me dijo.
—¡OK! Cuídate. Espero que no me bloquees en el Whatsapp.
—¿Por qué lo haría?
—Solo digo —dije dejando soltar una pequeña risa nerviosa —. Nos vemos.
Mientras caminaba a mi casa, llamé a mi amigo André para contarle cómo me sentía. Estaba muy feliz y quería cantar o bailar. Hacía tiempo que no tenía esperanza en el amor. Parecía que estaba en un día soleado a pesar que eran las 2:00 a.m.
Maldito Cupido.